Comunicar causando impacto es uno de los deberes de todo buen líder. Y es que no basta con saber hablar, sino que hay que ir un paso más allá: hay que saber comunicar. Comunicar con eficacia implica dominar el arte de la palabra, la comunicación verbal para transmitir emociones, sentimientos y vivencias, su lenguaje corporal y por supuesto su imagen física. Y quiero decirle que “todos somos oradores”, “todos somos comunicadores”, ya que no es algo innato pero como casi todo en esta vida, requiere de esfuerzo, entrenamiento y técnica. Un discurso bien construido, bien argumentado y bien pronunciado, es algo solo al alcance de quienes dominan el arte de la famosa oratoria. Es imprescindible para que los demás le crean y confíen en usted, creer y confiar en si mismo, o por lo menos parecerlo.
No podemos aparentar nerviosismo ni miedo, porque entonces transmitiremos inseguridad y nuestras palabras perderán todo el valor. La oratoria y ese poder de tu voz se ha convertido en el elemento fundamental de personal branding. ¿Por dónde empezar? Lo primero que hay que tener claro, es saber qué queremos transmitir. Cuando puedes resolver la pregunta de ¿Qué quiero lograr?. Le será más sencillo elaborar un par de enunciados que le ayuden o expresen, qué deseas conseguir con su arenga, si tú tienes claridad sobre tu mensaje, su público también lo tendrá. Otro elemento es poder transmitir con emoción. Dramatizar algo, en su justa medida, es darle sentido, darle potencia, en definitiva, darle acción. Y eso puede hacerse de distintas formas; Se puede dramatizar mediante el uso de un diálogo, imaginario o real, también haciendo una cita de alguien famoso o experto en el tema que vamos a tratar, o dando un ejemplo personal, (está comprobado que empatizar es fundamental para persuadir a quien nos escucha) mostrando un objeto, formulando una pregunta impresionante, o realizando una afirmación sorprendente… Y por último, en el modo de hablar radica el poder de nuestra persuasión.
Esto incluye el tono, el volumen y el ritmo en el cual pronunciamos las palabras que se usan. La seguridad con la que nos paramos frente a un auditorio, pequeño o grande es una parte fundamental de un buen orador. Le sugiero que controle sus manos y mantener contacto visual con quien nos está escuchando. No nos damos cuenta pero, cada vez que hablamos ante una o más personas o contamos una anécdota en nuestro día a día, estamos haciendo uso del poder de nuestra voz. La oratoria cuando la practicamos una y otra vez consigue sin darnos cuenta, los recursos que necesitamos para mejorar nuestra capacidad de expresión, nos da un lenguaje más fluido, nos ayuda a perder los miedos y ganar en agilidad mental, porque ayuda a llenarse de reflejos a la hora de argumentar y responder.
En definitiva, se puede decir que la oratoria nos aporta fortaleza y seguridad para cualquier ámbito de nuestra vida y por eso es tan importante. Que este inicio de año traiga consigo nuevos retos, recuerde que todo comunica y nuestra expresión oral es vital para persuadir, inspirar y motivar a nuestra audiencia.
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