La etapa infantil es la más propicia para formar los cimientos del carácter y las competencias de una persona que influirán en su vida adulta, por lo tanto, sí es posible enfocar aspectos educativos en la infancia y la juventud, relacionados con las habilidades requeridas para desenvolverse en el mundo de los negocios.
Lamentablemente son escasos los modelos escolares que incluyen esta visión en su currículum, por lo tanto, queda en disposición de los padres, poner manos a la obra para formar a sus hijos e hijas con una visión emprendedora. La cotidianidad es el mejor espacio que brinda las oportunidades para desarrollar rasgos emprendedores en los niños y niñas como: tenacidad, visión innovadora, creatividad, colaboración, liderazgo, comunicación efectiva, espíritu de riesgo, sobrellevar el fracaso, etc.
Lo primero que debe tenerse en cuenta, es que los niños aprenden más de lo que ven, que de lo que se les dice, y el aprendizaje es aún más significativo, si lo experimentan. Por lo tanto, una forma para iniciar su formación emprendedora es que conozcan los conceptos básicos experimentándolos, por ejemplo, cada vez que usted pague por un servicio, verbalice con su hijo(a) las características y razones de consumir dicho servicio, la expectativa que tiene del mismo, vivan la experiencia y después conversen respecto a qué expectativas se cubrieron y cuáles no, para que ambos evalúen el servicio recibido; algunos ejemplos de servicios sobre los que pueden platicar son los brindados en supermercados, restaurantes, locales de entretenimiento infantil, jugueterías, etc. así el niño o joven, podrá aprender conceptos como el de atención al cliente, al evaluar si recibieron una buena o mala atención, podrá identificar a un empleado comprometido y eficiente, del que no lo es, podrá comparar entornos físicos con mejor mercadotecnia contra los que no cuidan este detalle, podrá identificar áreas de mejora, etc. Lo relevante, es hacer las preguntas correctas, para que el niño saque sus propias conclusiones y después orientar sus
reflexiones.
Por otra parte, hay rasgos naturales de emprendimiento que, en ocasiones, en vez de ser fomentados, son limitados por los padres por considerarlos como inapropiados desde una visión educativa tradicional, por ejemplo, “la negociación”, hay niños que negocian para alcanzar lo que les interesa y ante ello los padres habitualmente reaccionan imponiendo su autoridad y cortando este rasgo, cuando lo ideal sería darles recomendaciones a sus hijos para que negocien mejor, sabiendo identificar los escenarios o ventajas de negociación y orientando los ámbitos en los que pueden negociar, sin que los padres sientan que se cuestiona su autoridad, si este rasgo lo entrenáramos desde los ocho años, a los 25 años, pocos estarían batallando con cerrar un trato o cobrar por sus servicios.
Más rasgos emprendedores se logran al experimentar la venta, con ello los niños comprenden el proceso de preparar un producto, calcular los costos de elaboración, fijar el precio, idear cómo venderlo, realizar la venta y ganar dinero, en este tenor, el aprendizaje más relevante es hacer que se sientan cómodos con el riesgo, es decir, que tengan la claridad de ser avalados si las cosas no salen como las planearon y no teman volver a intentarlo. Hay culturas que favorecen la visión empresarial, siendo natural que los niños a tempranas edades ideen formas de ganar dinero, ya sea lavando autos, vendiendo el producto de sus talentos, ideando máquinas que resuelven problemas cotidianos o cobrando por hacer lo que otros no quieren o se les dificulta.
Hay muchas otras habilidades sobre las cuáles se puede formar para el mundo empresarial, sin embargo, la última a sugerir es, saber expresarse para convencer a otros, lo cual implica hablar y expresar un discurso convincente sobre algo, en lo que el niño crea firmemente, así que, si su hijo expresa que inventará una máquina, que creará un nuevo idioma, que curará una enfermedad o cualquier otra idea, es importante motivarlo a que cuente más de su idea y en ello emplee diferentes canales de comunicación, por ejemplo que haga un folleto, que redacte un mail con la
información, que hable por teléfono a un familiar, que exponga frente a un grupo de amigos, todo aquello que mejore sus habilidades comunicativas.
Con el desarrollo tecnológico y comunicativo de la era en la que vivimos, formar habilidades a temprana edad para tener un futuro en el mundo de los negocios como emprendedor, sobrepasando la visión tradicional de formarse exclusivamente para ser empleado, si es posible, el punto de partida es que los adultos que rodeamos a los niños estemos dispuestos a salirnos del molde y seamos emprendedores de una nueva forma de educar.
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