Haciendo un gran esfuerzo por recuperar nuestros recuerdos más lejanos, tratando de ubicarnos en nuestros inicios de vida, la mayoría de nosotros nos daremos cuenta de que nuestra madre es la figura que preponderantemente ubicamos en nuestra existencia desde el comienzo, y si tenemos buena fortuna, aún sigue a nuestro lado en estos momentos.
Si identificamos a nuestra mamá, como alguien que sabe servir a los otros, resolver problemas de forma efectiva y buscar constantemente un mejor mañana, la estamos identificando con las cualidades de un líder, que hoy son las más valoradas a nivel mundial.
Y es que las madres, lideran de forma natural a la familia, cual empresa o institución, sin el privilegio de haber escogido a sus miembros o cambiarlos en el camino, solo en el mejor de los casos, eligieron al socio con el cual deciden emprender la empresa, que, con arduo esfuerzo y compromiso de ambos, podrán mantener a largo plazo, bajo esa compleja sociedad llamada matrimonio.
Es la mamá, quien antes de serlo, cimienta su confianza y plena fe en una empresa-familia que aún no conoce, pero por la que está dispuesta a dejar la vida para que prevalezca e incluso se expanda, cuando ella ya no se encuentre.
La madre, es una líder nata, con visión de futuro, con la pasión necesaria por su empresa para sacarla adelante, con ayuda o sin ella, no suele claudicar… Las hay quienes ponen a todo el equipo a trabajar y dirigen de manera excelente, generando colaboración y haciendo crecer a cada miembro desde sus fortalezas, las hay más controladoras y perfeccionistas dando indicaciones y supervisando cada proyecto (de vida) de los integrantes, cual el mejor de los coaches, las hay pacientes o impacientes, pero con la suficiente autoridad, para que se tomen las mejores decisiones y la dosis de firmeza requerida para mantener vigente la exigencia que les caracteriza.
La figura de la madre, se considera como una de las que tiene mayor influencia en la vida de un ser humano, es la que impulsa a sus hijos a superar sus miedos, sus límites y a tener la valentía, desde dar los primeros pasos o aprender una nueva habilidad hasta incluso empujarlos a arriesgarlo todo por un sueño, dándonos la confianza de que ella siempre estará ahí, para acogernos y animarnos, ya sea que, volvamos victoriosos o raspados, tras la contienda de la vida.
No hay líder como una madre, que le dedique tanto tiempo a cada miembro del equipo, viendo en cada uno, un proyecto único y la mejor inversión de su vida, estableciendo un plan y las pautas para lograr lo que espera, haciendo del hogar, un espacio con cultura corporativa, en donde hay normas, valores y límites, para asegurar el orden y la disciplina necesarios para lograr los resultados y hacer que la empresa crezca y se fortalezca.
Concluyo recomendando que, cuando usted como líder, esté buscando la mejor forma de resolver algo, se remita a la gran maestra de liderazgo que la vida le otorgó y le garantizo que hallará la mejor de las respuestas.
Añadir Comentario