Si has llegado a decir, pensar o escuchar: “Dios dame una señal”, quizás te resulte interesante reflexionar conmigo. Que mejor señal que la pandemia por el COVID-19, para repasar sobre tu vida, la de los tuyos o la de todos como sociedad; y si, ¡ya sé! estamos cansados de escuchar “covid” por todos lados, pero piensa por un momento, ¿qué ha cambiado de tu vida por la pandemia? Imagino que cosas buenas y malas, o ¿no?
Ahora pensemos en nuestros niños, si esos “mounstritos angelicales” que parecen a ratos estresados, cansados, preguntándose ¿cuándo regreso a la escuela -y yo que creía que no me gustaba (como refieren algunos)?, ¿cuándo regreso a mis actividades extraescolares?, ¿cuándo podré salir a jugar con normalidad?
Sin embargo te pregunto, ¿son tiempos difíciles? No lo creo, al menos no es como me gusta verlo, quiero pensar que es un enorme momento de reflexión y aprendizaje sobre el valor del fracaso, ¡si fracaso! como lo leíste, o… ¿tú crees que no deberíamos practicar el aprendizaje y manejo de este? Martin Seligman en su libro “The optimistic Child (El niño optimista)” señala que para que los niños experimenten el control, es necesario que fracasen, se sientan mal y lo intenten nuevamente de forma repetitiva hasta alcanzar el éxito, ninguno de estos aspectos puede evitarse.
Se que desde el enorme amor, los padres quisieran evitar a toda costa el dolor, sufrimiento, sentirse mal o fracaso de sus hijos pero, si queremos que el día de mañana sean personas exitosas, enseñémosle lo que dichas personas viven, atraviesan, experimentan, aprenden.
¿Eres un empresario, emprendedor o conoces a alguna persona exitosa? Que ves en ellos, y no me digas que una cartera llena porque no quiero reflexionar sobre lo material, sino, sobre ese gran alimento que es el área emocional en el ser humano; dichas personas tienen cicatrices emocionales, que son el resultado de luchar, enfrentar y ganar ante las vicisitudes de la vida. Sabias que la piel de las cicatrices es tejido más resistente y es la belleza de nuestro cuerpo humano, su capacidad de regeneración o sanación.
Así que NO permitir que tu hijo o tú, se relacionen con el fracaso es negar la realidad, es negar el éxito; y aquí me resulta motivante para ese miedo natural que surge, recordarte una frase de Winston Churchill: “El éxito no es definitivo, el fracaso no es fatal”. Pensemos que en este sentido, en el mundo hay dos tipos de personas: a) los que están dispuestos a fracasar y b) los que van a fracasar sin tomar consciencia de ello. Así que para motivarte un poquito más a ser y enseñar a tus hijos a ser parte del primer grupo, te dejo unas palabras de Mark Twain: “Dentro de veinte años estarás más decepcionado por las cosas que no hiciste que por las que hiciste. Así que suelta las amarras. Navega lejos del puerto seguro. Atrapa los vientos en tus velas. Explora. Sueña. Descubre”.
Dejemos de pensar que es un momento difícil, enseñémonos y enseñemos a nuestros niños que esta es la realidad, que el miedo existe pero también, el amor por lo que queremos y el amor, es un arte que se practica, del que cometemos aciertos y errores pero, del que siempre ganamos aprendizaje de vida.
Mtra. en Psic. Claudia Isabel Santos Sánchez
Psicoterapeuta Sistémico Familiar
Fundadora y Directora Crop Kids Oaxaca
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