El mundo está sufriendo una serie de cambios que nos llevan a reflexionar acerca de la importancia de practicar los valores humanos que nos hacen ser mejor persona. Es decir, la práctica cotidiana de los comportamientos que nos ayudan a crecer en los diferentes grupos con los que interactuamos. Para ello, la responsabilidad se considera una virtud que engrandece la conciencia de los individuos, permitiendo reflexionar acerca de las consecuencias de nuestros actos. Como cuando sabemos que oprimir el “botón rojo” de la pared fina de cristal, alguna grave consecuencia podría ocasionar. Ahora pensemos en que el aspecto social adquiere relevancia en los procesos de toda organización empresarial, cuyos comportamientos y actitudes traerán buenas o malas consecuencias.
Somos seres sociales que interactuamos entre sí constantemente, buscando un lugar con las condiciones propicias para disfrutar de las oportunidades que la vida nos brinda. Sería injusto y penoso tener una calidad de vida con tanto deterioro que hasta perder la dignidad y valía sea algo que soportar solo por mantener un trabajo. Por lo tanto, hay que pretender cambiar las cosas para afrontar la existencia de una manera positiva siempre en beneficio individual, profesional y colectivo. Y es ahí cuando la empresa se puede volver un destino seguro para encontrar mejores condiciones de vida, o lo contrario que la organización sea un pésimo lugar donde sus miembros sufren las consecuencias de las malas actitudes de sus jefes y el capital humano sea un simple subordinado sin integridad.
La responsabilidad social empresarial, es un tema de ética; de juicio moral, de humanización y de conciencia plena de la actuación en cada proceso laboral. Donde surge el interés por el otro, y el individualismo pasa a último lugar. Por lo contrario, la irresponsabilidad es la acción de ser inmaduro en las decisiones, al no considerar las consecuencias negativas que puede tener cada una de las ideas, con el daño que estas puedan causar a los demás con solo hacer sin pensar. Esto es egoísmo primario, como aquel niño de tan solo dos años que obedece a su instinto bajo la presión de satisfacer a sus berrinches. Para ello, la solución es la disposición y confianza fraterna que tengan lo directivos ante la responsabilidad de guiar una empresa, recapacitando en la forma de tratar a las personas que trabajan en ella, y cuyo éxito empresarial dependerá de la productividad extraordinaria de sus colaboradores.
Como ejemplo de responsabilidad social se pueden mencionar mentes brillantes que han dejado un legado de buenos principios practicados en la gestión organizacional. Tal es el caso de los creadores de la empresa Google, quienes comparten la visión de dar calidad de vida a sus colaboradores haciendo de manera consciente que su lugar de trabajo aporte beneficios de salud física y mental para detonar emociones positivas dentro de un entorno laboral donde se respeten los derechos humanos, logrando motivar a sus empleados.
De esta manera, las personas ponen voluntariamente su mejor esfuerzo en el desarrollo de competencias laborales, lo que resulta en efectuar tareas casi perfectas, creativas y talentosas de excelente calidad productiva. Algunos otros ejemplos de responsabilidad social empresarial son grupo Bimbo que maneja empaques biodegradables para cuidar el medio ambiente, Coca Cola con su programa “viviendo positivamente”, Gamesa con esfuerzos por la responsabilidad ambiental y Grupo Herdez que busca las mejores formas de abordar temas sociales, entre otras.
Entonces, el compromiso social de los empresarios es un reto de exigencia actual, donde la humanidad pide a gritos un trato digno a la persona, a las prácticas laborales, al medio ambiente, a su comunidad y en general a todo aquello que podamos compartir cuidando juntos de este maravilloso planeta.
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